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Jhonnatan Mejía

Testimonios de mi viaje

 mis inicios

Cuando era muy niño, me encontraba  correteando sobre el charco de agua sobre un riachuelo que se escapaba de un gran estanque;  el agua era delicioso,  estimulante , le hacía salpicar para todas partes, levantaba mis patitas hasta no poder, y entonces el agua me mojaba de una forma que me gustaba,  y cuando mama me atrapaba en ese acto, recibía un reproche  al decirme que no me moje o  no estropee mi vestimenta, me ponía triste, pero sabía que podía hacer eso varias veces, es que era muy travieso...tenía 5 años.

Ah, me olvidaba de decir esto, me encontraba en un campo, llamado primer choque chambi, esto queda en una de las provincias de la ciudad de Puno. Quiero recalcar en esta entrada que a pesar  de haber  nacido  en la ciudad de Arequipa, a la cual adoro  de una manera profunda, amo la ciudad de puno de una manera inimaginable. Hablare más delante de esta hermosa ciudad. cuna de mi niñez

 

 

 

 

Desprotegido

 

Yo de niño,  cantaba sobre una enorme roca, cantaba  bien fuerte, hasta chancaba con mis manitas alguna lata o a veces una piedra con otra, era mi tamborcito, mi bombo, hasta tenia piedras escogidas que daban un sonido mejor, era algo que combinaba con mis canciones, así, cantando muchas veces miraba el sol, miraba los grandes cerros, las blancas nubes que se paseaban por el azul del cielo; las palomitas raras veces se detenían para escucharme, otras no, comían más rápido, tal vez para escucharme  más después tranquilamente, yo me sentía feliz, muy feliz…a veces lloraba de tristeza, lloraba amargamente mi condición de verme abandonado, mi madre estaba muy lejos y mi padre no existía, solo bellas plantas y suave balar de lindas corderitas, ellas  me acompañaban ,  muchas veces les abrazaba a las  niñas ovejitas, ellas me miraban con sus tiernas orejitas,  a veces sus madres también se acercaban, se compadecían de mi, tal vez entendían mi melancolía, mis enormes ganas de gritar, no lo sé, pero les abrazaba bien fuerte, bien fuerte y  llorando, ellas se dejaban serenamente, sabían  que estaba desprotegido, sabían que los quería mucho, las adoraba, así, y se me pasaba la tristeza y de nuevo cantaba lindas melodías para el cerro, para la pampa, para el taita inti sol, para mis corderitas, y… para mí también y de nuevo se hacía tarde, había un equilibrio, así muchas veces terminaba la tarde, con mi tamborcito,  con mis canciones,  con la compañía de mis fieles amigas…

 

…Como se podrá ver, cuando era niño fui un  pastor de ovejas, caminaba con ellas, hoy pasado todo este largo tiempo vuelvo a recordar estos momentos con bastante emoción, con bastante ternura, con cierto grado de melancolía, con gotas de lagrimas  y siempre me dan ganas del volver a esos tiempos,…pero por ahora no se puede, solo recuerdos  de bellos momentos me envuelven día tras día.

 

Nupcias  con el Casarasiri

 

Si vieran como es un matrimonio en una comunidad indígena, si tan solo sintieran correr por sus venas esas bellas músicas que lo dicen todo,   infinitamente  profundo, infinitamente todo, eran como si  tumultuosas olas  de agua se combinaran   juntos con nuestro pasos, era como si el viento festejara con nosotros  su ultimo día de existencia,  corríamos todos  frenéticamente  en  grandes círculos  agarraditas de las manos,  si vieran como nuestras manitas giraban en hondas  vertiginosas hasta perder sus colores,  yo sentía que volaba por los aires como una cometa herida por una red de vientos desesperados por soplar , miraba para todas partes, reía bastante, la emoción se me escapaba por todas partes,   luego me soltaban y caía no se en que partes y volvía a levantarme para zapateaba duro, duro,  como si esto fuera lo único que conociera de esta  vida alegre. Y los novios dios mío, ahí en el centro, ahí en la plaza de nuestros delirios. Si tan solo podrían ver  como despedían  finos destellos de alegría, de felicidad y de amor.

Yo, un humilde  niño que me dedicaba a custodiar mis ovejitas, mis más  fieles amigas; asistía por primera vez a unas de fiestas de boda que  los comuneros del lugar celebraban después de tanto tiempo, no sé como mi humilde persona llego al mismo foco  del festejo nupcial, creo que en verdad no hubo invitación, ya que ahí no se necesita esas tarjetas decoradas que en las grandes ciudades entregan a cada persona, esas que seleccionan a unos y discriminan a otros; acá, todos son familia, son comunidad, todos viven…así, tumbado sobre el pasto verde del campo y acompañado de mis amigas que cumplían sus actividades de comida vegetariana,  percibimos  que algo sonaba rítmicamente a lo lejos de nosotros, era algo que golpeaba deleitosamente  mi corazón de niño, cuando  de pronto:  vi a lo lejos una multitud de personas aglomerados en semicírculos  avanzando como  grandes crestas  de agua de esos grandes mares;  y todos ellos,  estaban ataviados  con coloridas vestimentas que  daban el aspecto de recordarnos todos las modas existentes, si, así se acercaba lentamente al ritmo de una sonora banda de música que alegraba todo a su paso. Una banda que irradiaba deleite y calor.

Pero había algo que me estremecía de tan solo escucharlo, de tan solo percibirlo, era esa melodía, esa música,  que hasta los días de hoy  descontrola mis entrañas, desarticula mis sentidos, era el…Casarasiri, composición nupcial que viene desde tiempos ancestrales, y que hasta hoy sobrevive en comunidades andinas  como esta. Yo y mis queridas amigas,  amontonadas todas ellas,  habían detenido su banquete  exquisito de pasto verde, de ahí,  nos dirigimos cerca de ellos para informarnos de lo que sucedía  y para   deleitarnos con las conmovedoras  escenas que mostraba esta  marcha, no sentimos miedo, nadita de miedo, solo sentimos emoción, mucha emoción, bueno, yo lo sentí, ellas estaban un poco enigmáticas con sus ojos inquisitivas y sus orejitas tiesas, estoy seguro que les gustaba también,  pasado un momento ellas reanudaron su actividad comensal y nuevamente se dispersaron, así se fue perdiendo esa masa de gente en el rincón de la base del cerro, para seguir contagiando el ambiente de su frenesí. Ahí  detrás seria la concentración, ahí detrás de ese cerro con bastantes arboles alrededor seria esta celebración que tanto recuerdo me trae en  estos días.

Ya de tarde, el fragor de esa música seguía arrasando encantadamente  con nuestros oídos, ellas, mis queridas amiguitas se quedaron en sus habitaciones para tomar su descanso, por mi parte, fui informado de que me llevarían a esa fiesta, no saben la emoción que sentí al poder asistir a esa celebración  bravía, sentía ya bailar dentro de mi corazón, sentía estar ya más cerca de esa música. 

Ay, si tan solo ustedes  pudieran ver, sentir una gota de esa música, de esa fiesta, de ese frenesí, de esa música, nunca jamás podre olvidar esas  escenas que vi, nunca olvidare  el banquete, la entrega de regalos, la llegada de amigos en tropel, el romanticismo de los novios, la felicidad de los papas de ver a sus hijos casados, las lagrimas de las abuelitas al ver a sus nietos y  sus sueños cumplidos, los padrinos derrochando su fortuna alegremente en los cumplidos que daban a sus ahijados…

Ya muy entrada la noche, cuando los festejos habían llegado a su clímax de mil maneras,  entro la música del Casarasiri tocado por un pianista, seguido de una orquesta,  esta nueva forma de manifestarse esta música  helo mi alma,  mi mundo sensible  se paralizo un instante ante tanta hermosura, especialmente ante el sonido que emanaba el piano,  no pude resistir la tentación de  ver quién podía tocar esa música con tanta pasión que turbaba mis emociones, poco a poco  me fui acercado hasta donde se hallaba el pianista, cuando ya tenía frente a mis ojos   a este gran artista, fui aguijoneado por algo que advertí, el que tocaba tan bella melodía y de la forma más celestial posible, era un ciego…

Tal vez este acontecimiento tuvo algún presagio con los días que me tocarían vivir más adelante, no lo sé, lo cierto es que aprendí al ver al pianista las cosas divinas que podía crear una persona invidente, no regrese ni triste ni alegre a casa, regrese pensando en esa divina persona que tocaba una melodía tan bella y profunda, pero que era ciego  y que no podía ver la belleza que se erigía frente a sus ojos…pero que a pesar de ello, sonreía, sonreía, sonreía…

                                                                                                                                                                         Jonathan Mejía

                                                                                                                                                                                    HdS

                                                                                                                                                                                                                                         

Esta es una de las épocas más bonitas que viví en mi infancia, era 1995, tenía nueve  años, me encontraba viviendo junto a mi abuelito Mariano y mi Tío Derly,  era pastor de ovejas y estudiante a la vez en un campo de una comunidad andina de campesinos llamada primer choque chambi, esto queda cerca la ciudad de Azángaro del departamento de Puno. Es justamente acá el escenario de un sinfín de recuerdos que cada momento se me vienen a la memoria. Este fue uno de esos episodios.

 

 

Paseando con Mya

 

En la universidad

 

Ah, si,  cierto,  fue unos de los días mas maravillosos que tuvimos, paseamos por toda la universidad, recorrimos polo a polo, cono a cono, facultad a facultad, miramos todo, todo.  A veces me abrazabas y a veces yo a ti, y todo esto parecía como estar en Disneylandia, o estar en un inmenso jardín de ciertos detalles deleitantes;  cuantas cosas que miramos verdad? pero como alucinábamos Dios, te acuerdas cuando mirábamos una antena de radio, te decía: “mira Mayrita, la gran  torre Eiffel”... y tu respondías: “ohhhhhh!..Pero que grande es, subimos?”…y reíamos juntos, o cuando mirábamos un canal afirmábamos  que era un inmenso río que nos llevaría a su desembocadura y como días antes habíamos estudiado el río amazonas, temblábamos de miedo al saber que algún  cocodrilo se aproximaba  y como nos daba terror sus fauces…ah, jamás llegamos a su desembocadura por que era un simple canal y se perdía en un hueco oscuro, ahí cerca del chirrío de las aguas nos abrazamos como dos hermanitos y después nos besamos.

¿te acuerdas cuando pasamos   por la facultad de historia?, esta tenia su entradita llena de flores, de hojas que contrastaban con el azul del cielo, con las rosas que nos rozaba y  tu maravillada tocabas esas rosas,  y sonreías y mirabas mas rosas, entonces encantada  exclamabas: “Oh, pero si estamos en los jardines colgantes de Babilonia” y yo te respondía “noooooooooo, estamos en la Facultad de Historia” y tú me dabas un golpecito  diciéndome: “siempre lo  malogras todo al final”  y de un suave jalón te acercaba donde mi y te daba un beso i asunto arreglado, sea lo que sea estamos en un edificio con jardines y punto…no nos perdimos casi nada verdad, hasta te proclamaste emperatriz de ese vasto imperio, recuerdo que querías colonizar mas naciones, someter a otras universidades, decías que era tu espacio vital, jajaja, que cosas locas, vez,  todo esto sacaste por mirar muchas películas de historia o escucharme algún comentario sobre personajes históricos …la verdad que no se de donde sacaste el caballito blanco,  y la mera verdad es que no te entendí mucho, pero dije “arre caballito …llévanos a mirar el mar” y tu me ordenaste ..”No, Detente, tu vas en burro”, plop …”¡¡¡que???, pero…” y agregaste: “tu solo hazme caso”, y me quedaba mirándote callado  y confundido, entonces te acercabas y de pronto un beso y asunto arreglado, yo  iría montado en el burro, en un burro, hasta cruzar la arena y encontrarme en el mar con tu níveo corcel…ah, por cierto amor, quiero hablarte del burro, no sabes cuan fantástico que es montar un burro, sobre todo cuando estas de subidita… lento  y lento, te balanceas de un lado para otro  y vas y no  vas, las plantas verdes las acequias giran de un lado a otro, el burro se detiene y tu le miras y remiras y si vieras como son sus ojos…y su boca, pero lo mas interesante es mirar sus largas orejas, esas que a veces parecen de conejo y a veces no... Ahí se entiende lo burro que es cuando le dices mas rápido burro y mas lento va,…es todo un espectáculo, no puedes decirle: ¡Arre burrito!, porque te bota, y cuando te caes es mas terrible que la caída de  una mula…mejor ya no hablemos del burro, hablemos del mar, esa pradera de agua que tu yo siempre miramos,  El mar es…

 

Jhonnatan Mejía

                                                                                                                                                                                   HdS 

 

Días difíciles

Jamás  imagine que  iba desatar esta catástrofe mis decisiones drásticas, talvez en el fondo tuvieron razón mis amigos, mis compañeros, mis padres, mi familia al suplicarme que no abandonara la ciudad de Arequipa, la universidad,  que ahí tenia un imperio de conocimientos, que terminara mi carrera y después me fuera adonde mis pies me llevaran, o que muriera luego  si así lo quería,  pero que antes no, que la calle era fragoroso, inclemente, hiriente, mas que las espinas, y que el día y la  noche me mostraría su verdadero misterio en mis andanzas, y pasado este tiempo pude cerciorarme de  cuanta razón tuvieron, ahora entiendo la ardua experiencia que uno adquiere cuando los años pasan, que a veces necesario conocer la sabiduría de nuestros ancestros para no volver a pecar.

Pero ya pasaron los años y los caprichos ya están hechos, mi idealismo me llevo quizás al mismo fango de la locura, pues entre estos años de aventuras perdí muchas cosas que quizá le hubieran dado otro color a los días que me coronarían en el futuro, pero nací  idealista, crecí en un ambiente propenso para estimular mas esa fiebre de cosas fantásticas, de  vivir entre el suspenso, entre la tragedia y la dulzura,  de envolver el viento con mis manos y  arrullar a la pradera cuantas veces lo quisiera, de amar con locura y apasionarme ciegamente por ciertas cosas invaloradas por la sociedad…

A veces  suelo  reprocharme  y a veces admirarme, porque hay días que son difíciles, deplorables, días desesperantes y las calles se hacen eternos, inhabitados, fríos, y el estremecimiento aflora de instantes en  instantes  hasta que  anochece, entonces  vuelven  las mañanas y nuevamente el sol se muestra misericordioso, omnipotente  y entonces nuevamente mi alma resucita, nuevamente mis pies andan, caminan entre miles de árboles frondosos, densos, uniformes y   nuevamente la música da añoranza a seguir viviendo mas, cada día mas y mas ….  

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